La Habana, Cuba. – El año recién se estrena, y el mundo sigue a la espera de la inmunidad frente a la Covid-19. Algunos países apenas inician sus campañas de vacunación, pero el camino aún es muy largo.

Las noticias dan cuenta de otra oleada de contagios con el coronavirus causante del síndrome respiratorio agudo severo, abreviado como SARS-CoV-2, cuya estela de muertes se acerca a los 2 millones de personas y Estados Unidos lleva la peor parte, al superar los 360 mil decesos.

En Cuba se advierte un marcado repunte de casos activos, dispersos por todo el territorio nacional.

Las autoridades gubernamentales y sanitarias alertan que la situación epidemiológica se torna muy compleja, y en las provincias más complicadas se refuerzan las medidas acordes con cada etapa de prevención y enfrentamiento a la enfermedad. Lo primordial es cortarle el paso a su trasmisión.

Toda precaución es poca

Quedan meses complicados por delante. Mientras llega la anhelada inmunización, la Covid-19 sigue dando muestras de resistencia. Sigue sumando muertes, enfermos y sobrevivientes con graves secuelas.

Todas las precauciones que se tomen son pocas. Y el uso de la mascarilla, el distanciamiento físico entre las personas y el frecuente lavado de las manos siguen siendo la principal barrera contra la propagación del virus. Ya a estas alturas deben ser parte de la rutina diaria.

Pero lamentablemente aún muchas personas demuestran su falta de percepción del riesgo real que enfrentan. Se sienten incólumes. Ni piensan en sí mismos, ni en los demás. Son esos inconscientes que dicen: «No es para tanto«…»Hay que divertirse un poco«.

La relajación de las medidas sanitarias conduce a males mayores, cuando se sabe que la Covid es un problema de salud, pero a la vez de responsabilidad social.

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