Las nuevas medidas anunciadas por Trump impactan sobre el turismo y el comercio con la isla, dos sectores en los que florecen los negocios privados como parte del proceso de actualización del modelo económico nacional.

El discurso del mandatario estadounidense, lejos de atemorizar, despertó un sentimiento de rechazo entre los emprendedores cuyos negocios están vinculados de una u otra forma con el turismo.

Guillermo tiene fe en que seguiremos adelante. Foto Joaquín Hernández

“Yo no tengo temor. Qué puede ser que no sea, si esto se inició hace poco. Y nosotros hemos sobrevivido 59 años y lo hemos hecho sin ellos”, dice Guillermo Ochoa, un mulato guantanamero, dueño de una tienda de artesanías. (+Audio)

Ochoa, quien mantiene el negocio junto a sus 11 hermanos, tiene la tienda en la Plaza de San Francisco de Asís, una centenaria explanada ubicada en el corazón de la zona más antigua de La Habana, la preferida por los turistas.

“Aunque ese turismo no venga, seguiremos viviendo”, afirma mientras organiza las mercancías que venden su hija y un nieto.

El sentimiento es similar en José Antonio Pérez, el dueño de La Moneda Cubana, un pequeño restaurante familiar de 12 sillas, que fue el primero abierto en la zona histórica de la capital.

José Antonio Pérez confía en que no sea muy grande la afectación. Foto Joaquín Hernández

“Creo que la afectación no va a ser muy grande”, expresa con seguridad, para después señalar que en la actualidad la economía cubana no está ligada a la de Estados Unidos. (Audio)

Igualmente, apunta el empresario cuya seguridad en el futuro es tal que tiene previsto incorporar otras ocho sillas a su pequeño restaurante, “no tenemos una economía que dependa de Estados Unidos, como pasó cuando el derrumbe del campo socialista y la URSS”.

Todos saben que las decisiones de la Casa Blanca pueden tener una repercusión negativa, pero nadie ha perdido el sueño, como indica Guillermo Brito, dueño de un hermoso automóvil Ford Fairlane 500 de 1957, en el que transporta a turistas por la urbe capitalina.

Guillermo Brito está seguro de que sobreviviremos a lo que venga. Foto Joaquín Hernández

“Puede haber repercusiones graves para nosotros que trabajamos en esto, así que vamos a ver qué pasa, pero hay que seguir para adelante”, subraya desde el timón de su lujoso auto clásico. (+Audio)

Las calles de la antigua Habana siguen llenas de turistas que buscan disfrutar del tesoro histórico que guarda una ciudad tranquila y segura, algo que se pierden quienes decidieron las nuevas regulaciones.

“No, no le temo ni a Trump, ni a lo que diga Trump. Nosotros los cubanos salimos adelante como quiera, con Trump o sin Trump”, dice con todo el gracejo criollo Richard González, el dueño de un coche de caballos con el que pasea a los visitantes.

González, quien forma parte de una cooperativa de cocheros, no esconde su deseo de que la isla sea un atractivo para todos, pero, subraya, “si Trump no quiere, que se quede con sus Estados Unidos”. (+Audio)

No le temo ni a Trump, ni a lo que diga Trump, dice Richard González. Foto Joaquín Hernández

Aunque Washington prohíbe a sus ciudadanos el turismo en la isla, la llegada de estadounidenses a Cuba se disparó con la creación por parte de la administración Obama de 12 categorías de viaje, que incluían desde visitas familiares a proyectos humanitarios y actividades culturales.

El gobierno de Trump exige ahora un mayor control administrativo de cada viaje y prohíbe una de las modalidades más extendidas, la denominada “persona a persona”, que permite desplazarse a Cuba fuera de grupos organizados alegando motivos educacionales.

En los cinco primeros meses de este año, viajaran a la isla 285.000 ciudadanos de Estados Unidos, tantos como en todo 2016, aunque esa cifra pudiera disminuir sensiblemente en un futuro más o menos inmediato.

Las calles continúan llenas de turistas que buscan disfrutar del tesoro histórico que guarda una ciudad tranquila y segura. Foto Joaquín Hernández

Declaraciones de Trump