Aunque 123 años y diferentes contextos históricos separan a la Constitución de Jimaguayú del actual proyecto de reforma de la Carta Magna, numerosos son los puntos de contacto que relacionan a ambos procesos.

La tradición constitucionalista cubana nació en los campos de batalla, desde 1869, cuando a solo meses del inicio de la Guerra de los Diez Años, los patriotas se reunieron en Guáimaro para otorgarle un estatus legal a la República en Armas.

El actual proceso bebió de esa tradición, y todavía puede verse cómo el pueblo cubano se empeña en defender los mismos valores que los próceres independentistas enarbolaron cuando comenzaron a fraguar los cimientos de la nación.

Fernando Crespo, historiador de Camagüey, explicó que se aprecia que esos ideales están vigentes en la esencia del proyecto, concentrados en la guía de los pensamientos de Martí y Fidel.