Autoridades recolentan evidencias del desastre aéreo en La Habana

La Habana, Cuba. – Para ser perito forense no solo hay que tener una alta preparación académica, sino además una paciencia asiática, una vista de lince y una resistencia física de hierro.

Bajo un sol que se alterna constantemente con la lluvia, muchas veces metidos en el fango, ellos siguen trabajando meticulosamente en el lugar donde cayó el fatídico vuelo La Habana-Holguín.

Concluida la recogida de los restos humanos, ahora tratan de acopiar cada centímetro de los pedazos del carbonizado aparato. Todo lo recolectado se lleva a una instalación aeroportuaria donde se almacena para una posterior evaluación por miembros de la Comisión Investigadora.

Junto a los cubanos trabajan también dos especialistas de la aeronáutica mexicana y se esperan expertos de aseguradoras europeas y de la empresa Boeing, fabricante del avión accidentado.

Macabro rompecabezas

Llueva, truene o relampaguee, los peritos se mantiene trabajando sobre los restos del avión accidentado.

El sitio se preservará todo el tiempo que sea necesario, como establecen las convenciones internacionales de la aeronáutica.

Han colocado 3 tiendas de campaña, 2 azules y una verde, que ofician como una especie de puesto de mando.

Con guantes, nasobucos y chalecos de identificación, un grupo de policías acumula las evidencias en unas grandes bolsas de nylon negro.

En el sitio del desastre hay un amasijo de restos que hacen pensar en cómo harán los expertos para armar ese macabro rompecabezas. Será difícil, eso es seguro, pero también son muy ciertas la preparación y capacidad de nuestros peritos, hombres y mujeres anónimos que no solo ahora, sino siempre, trabajan buscando la verdad.