catedral_1[1]Culiacán, México.- Cuando en mayo de 1842 cientos de valientes obreros armaron sus brazos e intenciones para iniciar la construcción de la catedral basílica de Nuestra Señora del Rosario en Culiacán, México, tal vez emprendieron la obra imaginando que siglos después su arquitectura neoclásica con ciertos toques de barroco continuaría seduciendo al cumplido.

Sus dos torres, que de frente protegen su cúpula, son como bastiones testigos del tiempo y de cientos de acontecimientos.

Asombra que nada ha logrado erosionar su figura. Es cierto que la naturaleza y sus elementos han desnudado algo su armadura, pero siempre manos agradecidas se han encargado de restaurar su legado.

catedral_2[1]Durante el día cientos de transeúntes se pasean frente a ella. Algunos perpetúan su desinterés ignorándola en su andar, otros alimentados por esas enseñanzas que se trasmiten de generación en generación, le lanzan rezos de agradecimiento, que llenan de luz su particular modo de vida.

Sin embargo, lo realmente llamativo en la arquitectura de la catedral basílica de Nuestra Señora del Rosario en Culiacán son las diversas formas que tiene de hacer explotar en los visitantes pareceres de diseño que nunca antes habían descubierto.

Lanzarse a la dinámica analítica de una edificación legendaria y simbólica puede llevarnos a una contradicción en los términos de quien puede haberse equivocado de oficio. Por eso lo primero que debe tener cualquier principiante observador en materia arquitectónica, es el coraje o la temeridad de investigar la infinita complejidad y nobleza de una casa que los habitantes de Culiacán tienen como radiante maravilla.

catedral_3[1]Aventurarse en criterios y más ante su venerable presencia equivale a vernos reflejados en el desesperado deseo de demostrar lo mejor de nuestra invención de una existencia que desconocemos. Sin embargo, esa insaciable capacidad que tenemos para devorar todo lo nuevo si de conocer su esencia se trata puede devolvernos a una dolorosa y feliz realidad.

Para conocer bien a un país y su cultura, no debemos complacernos solo con las imágenes. Es necesario hurgar en los itinerarios donde vida y sabiduría tradicional florecen. De ese contraste brotará el conocimiento. Si no, que interroguen a uno de los cientos de turistas que cortejan la catedral basílica de Nuestra Señora del Rosario en Culiacán.