parque 2Culiacán, México – A veces las manos del hombre y la naturaleza convierten en arte y elogios su particular mezcla. Una de esas maravillas es el Parque Ecológico y Natural de las Riberas de Culiacán, institución recreativa y de esparcimiento que se asienta en la ribera del río Humaya.

Puede la naturaleza convencer al más insípido de los seres humanos. Cuando la inteligencia se ha reducido hasta trocarse en criada del rencor y la desidia, el entorno puede restaurar cualquier daño y desterrar esas negaciones que desatan nuestros peores impulsos.

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Allí se descubre una memoria que no brotó de un laboratorio científico. Germinó de lo mejor del alma humana y el verdor y la claridad de las tranquilas aguas, capaces de neutralizar el gen  más desconcertante que vive en nuestro interior.

Se levita entre tanto frescor y sosiego. Risas de adultos y niños convierten el paseo en experiencia palpitante y enérgica, capaz de descamisar al cansancio más profundo. Es experiencia excepcional, para explotar las muchas y a veces olvidadas virtudes de lo fértil que nos rodea.

En la despedida no se perciben dolor ni excusas. No se señalan culpables ni conspiradores. El competidor enfermizo que habita en las entrañas de los seres humanos saca bandera blanca ante la ráfaga de emoción, que tributó un paraíso cuya principal arma es el bienestar.

Mientras nos sumergimos en la habitual carrera de la rutina moderna comprendemos que ha llegado el momento de ver hacia atrás para poder madurar en un nuevo adelante. El Parque Ecológico y Natural de las Riberas de Culiacán así nos lo reclama.