La Habana, Cuba. No hay que explicar mucho sobre la vocación solidaria que ha mantenido Cuba en los últimos 60 años.
Casi desde el triunfo mismo de la Revolución, nuestro país comenzó a multiplicarse y a enviar a los desposeídos recursos materiales, soldados, médicos, educadores y cuanto hiciera falta.
Desde la primera ayuda a Argelia cuando aquel terremoto devastador, hasta la Misión Milagro en Venezuela, pasando por la Guerra en Angola y el fin del apartheid, los cubanos hemos estado en las más disímiles circunstancias y en los más remotos confines dondequiera que nos lo pidieron.
Esa es una solidaridad que se basa en compartir lo que se tiene y no en dar lo que nos sobra.
Por eso, ahora resulta normal que casi un millar de cubanos estén lejos de casa para ayudar a otros a enfrentar la actual pandemia. Pero esa solidaridad también es un carril de ida y vuelta.
Solidaridad vs bloqueo
Estos tiempos de pandemia han servido también para que muchos comprendan el carácter solidario de los cubanos y al mismo tiempo perciban bajo que difíciles circunstancias vivimos por obra y desgracia del bloqueo.
Esa hostilidad ha tenido impacto incluso sobre la solidaridad al impedir o complicar la llegada de donaciones a nuestro país.
La actual crisis humanitaria mundial ha levantado un movimiento que solo en la primera quincena de abril significó unas 150 declaraciones e iniciativas a favor de Cuba y contra el bloqueo emitidas desde 49 países de todos los continentes, UNESCO y CARICOM.
Pero Estados Unidos sigue haciendo oídos sordos al creciente reclamo de levantar el bloqueo y no le interesa ni siquiera la solidaridad en estos tiempos de pandemia.