La obsesión de la Casa Blanca por desbancar a la Revolución Bolivariana, sigue su curso agresivo y desbocado. Ahora se trata de que Washington pretende que las elecciones parlamentarias que deberán celebrarse este año, cuando la pandemia del nuevo coronavirus lo permita, deben convertirse, por orden oficial gringa, en “una limpieza política nacional”.

Se entiende, por supuesto, que esa barredura apunta a deponer el gobierno de Nicolás Maduro y a todos aquellos segmentos de la oposición que han pactado un arreglo consensuado de la situación del país con las actuales máximas autoridades.

En consecuencia, el Departamento de Estado ya arremetió contra el nuevo Consejo Nacional Electoral, CNE, que incluye a figuras de la oposición inclinados al diálogo y la reconciliación política en favor de la paz.

Maniobra tras maniobra

Las órdenes de sabotear todo arreglo civilizado dentro de Venezuela, también le fueron cursadas por WASHINGTON al fantoche de Juan Guaidó, pretendido presidente por encargo de Venezuela y ahora fuera también de la Asamblea Nacional.

Según tan desprestigiado personaje, sus pocos seguidores no reconocen al nuevo  Consejo Nacional Electoral, ni tampoco darán por legal el resultado de las programadas elecciones ni al poder legislativo que de ellas emane. 

En fin, todo un plan injerencista y contrarrevolucionario, que pretende violar la soberanía política venezolana a favor de los destructivos proyectos Méid in USA.

Y ante cosas como esta uno se pregunta que haría Washington desde el exterior alguien le impusiera cómo manejar el país y alentara las disputas internas en la potencia imperial.