La Habana, Cuba. – Casi desde el triunfo mismo de la revolución verde olivo, Cuba pasó a ser blanco directo de las acciones terroristas alentadas y hasta organizadas por Estados Unidos.

Desde La Florida, pero casi siempre con autorización o auspicio de Washington, llegaron sabotajes, plagas, bombardeos, incursiones armadas y logística para los alzados, además de una invasión disfrazada.

Ningún país como el nuestro ha sido víctima del más cruento terrorismo de Estado y para atestiguarlo hay más de 3 mil  cadáveres y unos 2 mil incapacitados.

Aquí se inicia un rastro sangriento que lleva directo hasta la Casa Blanca, la sede del gobierno imperial desde donde ahora nuevamente nos acusan de manera espuria y con doblez. Sí, porque que nadie se crea el cuento de que ahora Estados Unidos está preocupado de verdad por el terrorismo. Hay mucho más detrás.

Genocidio y terrorismo

Una semana queda para que se acabe finalmente la administración Trump, un gobierno que se empeñó en volver a enfriar las relaciones con Cuba, más allá del grado de congelamiento.

Desde esa Casa Blanca ocupada por un magnate solo interesado en los negocios, incluso políticos, nos apretaron las tuercas del bloqueo hasta niveles insólitos, en una actitud genocida y terrorista. Pero más allá de enredar las relaciones y al gobierno de Biden, un grupo de políticos estadounidenses regalaron un favor con la vista puesta en las elecciones del 2024, sin importarles el sufrimiento que generan a todos los cubanos.

Los argumentos son falsos o están cogidos por los pelos con el único fin de congraciarse con la ultraderecha miamera, aunque saben que ellos son los verdaderos terroristas. 

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