La Habana, Cuba.- La amenaza de una vuelta al neoliberalismo, que a fuerza de manipulaciones y demagogia impone la oligarquía, demanda el fortalecimiento de la integración en América Latina y el Caribe.

La cercanía geográfica no es el único elemento que relaciona a nuestros países. Lazos históricos, culturales y retos comunes exigen cada vez más afianzar la amistad, cooperación, consulta y concertación política, vías exclusivas para garantizar la estabilidad, la paz y la concordia en la región.

A esa marcha en cuadro apretado por el bienestar futuro contribuyeron citas como la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que acogió Ecuador el mes de enero, y la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe, que en condición de presidente pro témpore, organizó Cuba en 2016.

El respeto a nuestros principios

América Latina y el Caribe vive por estos días la acción nociva de la derecha en varias de sus naciones. A no permanecer indiferentes ante esas turbulencias llamaron los líderes de los gobiernos populares en la IV Cumbre de la CELAC, y en la VII del CARICOM.

En esos escenarios se concretó la voluntad unánime de demandar de otros el respeto a los principios de soberanía, igualdad de derechos y libre determinación, así como el propósito de fomentar las relaciones de amistad, practicar la tolerancia y convivir en paz.

En esas citas también se resaltó que la unidad no puede ser considerada solamente como una alternativa para defender la identidad y el acervo cultural de la región. Unidad es eliminar barreras que impidan la cooperación entre los pueblos y gobiernos, e incentivar la integración para el desarrollo sostenible.