Sanitarios e irresponsables, dos posiciones frente a la Covid-19

La Habana, Cuba. – Cuando todo lo inédito de estos días de pandemia global haya terminado, junto a las celebraciones que con toda justicia podamos otorgarnos, no podrá faltar también la más profunda reflexión sobre cómo alguna gente y gobiernos reaccionaron ante un desafío nunca visto por las generaciones de nuestro tiempo.

Y será un ejercicio indispensable, porque la Covid-19 mostró las enormes lagunas económicas, sociales, políticas y éticas que determinados ordenamientos han impuesto a nuestra especie.

Segmentos carentes de toda humanidad y de toda lógica, empeñados en seguir agrediendo y destruyendo en medio de una tragedia universal, y capaces de utilizar sus inmensos recursos mediáticos para mentir, manipular, y sacar lascas particulares en favor de sus ambiciones egocéntricas y prepotentes.

Claramente delineado

Tras finalizar la tragedia de la pandemia de la Covid-19, para muchos no habrá confusión en identificar funestos personajes y sus respectivos modelos socioeconómicos.

En particular está el enemigo público número uno de nuestros días, el señor presidente de Estados Unidos, y la ralea reaccionaria que lo apoya. Un Donald Trump agresivo hasta la demencia, ambicioso hasta la paranoia, y egocéntrico y prepotente de primera línea.

El gobernante que mintió a sus propios ciudadanos para minimizar lo que se les venía encima y que luego, para esconder su torpeza e inhabilidad, no ha dudado con culpar a China casi de terrorismo biológico, apretar clavijas a gobiernos que no le son simpáticos, y dejar sin sus aportes locales a la Organización Mundial de la Salud.

El pirata que ha robado incluso recursos médicos a sus pretendidos socios mundiales.