La Habana, Cuba. Es cierto que el enfrentamiento al nuevo coronavirus, una batalla donde se arriesgan vidas, consume buena parte de los recursos y del tiempo del gobierno.

Y es entendible que así sea, pues ese enemigo invisible no cede y su amenaza, como se dice ahora, transversaliza a todas las actividades de la sociedad.

Pero ha sido muy inteligente la decisión de empezar a planificar el futuro funcionamiento del país, que estará signado de seguro con lo que muchos llaman nueva normalidad.

La economía, siempre la economía, es el foco principal de ese diseño, pues la nación necesita recuperar las capacidades productiva y de servicios.

Hay que recordar que la pandemia nos llegó, cuando pasábamos por un momento difícil tras el arreciado apretón del bloqueo, que tuvo especial impacto sobre el turismo y los servicios médicos, dos puntales de la economía nacional

Dos frentes

Hace unos pocos días, el presidente Díaz-Canel, afirmaba que no se puede estar concentrado solo en la lucha contra la COVID-19, independientemente del esfuerzo que eso significa.

Por eso pedía continuar los planes de transformar la agricultura, redimensionar su sistema empresarial, aumentar las producciones, vincularse con la industria nacional y encadenarse con la inversión extranjera y el turismo.

En el diseño que ha realizado el gobierno, el país tiene que acelerar la implementación de la Estrategia Económica planteada para esta etapa de crisis y que está recogida en un tabloide recién distribuido.

En esencia, hay que recuperar primero y fortalecer después el dañado músculo económico nacional. Claro que es difícil, pero es también imprescindible porque el país lo necesita con urgencia.