La Habana, Cuba. – Mientras las inútiles amenazas, agresiones y campañas mediáticas gringas van y vienen contra Venezuela, la nación bolivariana sigue su paso apegada al debate político como fórmula para salir adelante.

El proceso de preparación de las elecciones parlamentarias está casi listo. Todo el aparato logístico se organiza, y el Consejo Nacional Electoral abrió las puertas a la inscripción de aspirantes a diputados en el seno del poder legislativo.

Analistas dan cuenta de que el gobierno ha actuado de manera inteligente y clara. Mientras desde Washington se le demoniza como dictadura absolutista, la administración local decretó una amnistía que puso en la calle a numerosos oponentes, muchos de ellos ligados a acciones subversivas, de manera que puedan incorporarse a las listas de votación si así lo consideran.

Oponentes dividos

Vale recordar que la Asamblea Nacional venezolana tiene en este momento un componente opositor apegado al diálogo y la negociación como conducta política.

Por otro lado,  entre la nueva convocatoria y la conducta razonable del gobierno bolivariano, los grupos negados al entendimiento han abierto más aún las brechas que suelen caracterizarles.

Personajes como Henrique Capriles, por ejemplo, desestimaron no participar en el cotejo electoral a cuenta de que -declaró- ya nada se gana saliéndose de la batalla política. De hecho, cercanos colaboradores del titulado “presidente por encargo”, Juan Guaidó, le han dado la espalda al susodicho personaje, y se alistan a presentar sus candidaturas, mientras que el cipayo de Washington sigue clamando a los cuatro vientos por la abstención.