Desde hace un tiempo, América Latina se ha convertido en otro punto de disputa del liderazgo global de Estados Unidos.

Nuestra región, que históricamente ha sido vista por WASHINGTON como su patio trasero, fue relativamente abandonada por las anteriores administraciones norteamericanas, pero la llegada de TRUMP a la Casa Blanca resucitó a la Doctrina Mónrou y renovó el interés por la zona.

Sin embargo, China y Rusia aprovecharon el descuido anterior y aparecieron con fuerza en el subcontinente. Los chinos con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que tiene el atractivo concepto de ganancia para todos, y los rusos con inversiones en sectores estratégicos como el petróleo.

Esos dos países pasaron a ser una desafiante alternativa regional ante Estados Unidos, una potencia con una relativa declinación en el escenario mundial.

En Venezuela

Como las fallas tectónicas, el movimiento geopolítico en el mundo tiene una fuerte resonancia en América Latina, una zona con más de 600 millones de habitantes y estratégicos recursos naturales.

Particularmente Venezuela ha sido en los últimos tiempos la mesa donde pulsean las principales potencias mundiales, con un enfrentamiento que involucra por un lado a Estados Unidos, y por el otro a China, Rusia y al recién llegado Irán.

La hostilidad norteamericana hacia la Revolución Bolivariana se ha convertido también en un asunto de enfrentamiento global, casi como ha pasado con Siria, salvando las distancias físicas y militares.

Hay muchas fuerzas en pugna en esta parte del planeta porque Latinoamérica ha pasado también a ser escenario de la lucha geopolítica en estos tiempos de pandemia.