Poco a poco, el litio, un raro mineral, ha ido ocupando el centro de una disputa que puede alterar el equilibrio geoestratégico mundial.

Como antes pasó con el petróleo, que marcó el mapa del poder político y económico del Siglo XX, ahora es la clave de una pelea que involucra a muchos países, entre ellos Estados Unidos.

Y es que el cambio climático ha puesto en retroceso al petróleo, un recurso finito y no renovable, por lo que muchos gobiernos buscan otras fuentes energéticas duraderas y amigables con la naturaleza.

El litio, cuyas mayores reservas mundiales están en un área compartida por Argentina, Chile y Bolivia, parece ser la tabla de salvación de la Humanidad, pues es el componente fundamental para las baterías eléctricas y recargables tan al uso en el mundo contemporáneo.

Controlar el futuro

Por supuesto que el litio latinoamericano es muy tentador para Estados Unidos, que por eso orquestó el golpe contra Evo, en Bolivia, y antes aplaudió la ascensión al poder de Macri, en Argentina.

Washington, que no tiene yacimientos, sabe que quien domine el procesamiento de ese mineral controlará parte del futuro mundial, por eso ahora, para tratar de reducir la ventaja que llevan los chinos, la Casa Blanca está corriendo.

China, que ha sido un gran contaminante, está empeñada en cambiar su matriz energética. Beijing, con sus enormes reservas de litio y el aumento constante de la producción de vehículos eléctricos y baterías, tiene la oportunidad de levantarse como un poder global en desafío a la hegemonía de Estados Unidos.

Y esa es la razón por la que el litio se ha convertido hoy en el mineral de la discordia.

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