No es fácil resumir en un solo hombre el valor, las virtudes y la grandeza de los millares de luchadores revolucionarios que dieron sus vidas en el enfrentamiento a la tiranía batistiana, pero puede hacerse sin vacilación cuando ese hombre es Frank País.

Su fervor patriótico, su entrega total a la lucha, su pureza absoluta de ideales y valentía a toda prueba despertaban el espíritu combativo e infundían confianza en su capacidad de dirección.

Frank tuvo siempre una fe infinita en la victoria, una extraordinaria capacidad para crecerse ante cualquier dificultad, una entereza indoblegable ante las numerosas pruebas que tuvo que afrontar durante los breves años de su quehacer revolucionario, entre ellas la pérdida de compañeros muy apreciados y especialmente la muerte de Josué, su hermano querido y destacado combatiente.

Frank siempre en la memoria

Frank, maestro de profunda raíz martiana y ricos recursos pedagógicos, dejó una honda huella en nuestra historia. Organizó el Alzamiento del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba en apoyo a los expedicionarios del Granma.

En medio de una encarnizada persecución, Frank País fue sorprendido, el 30 de julio de 1957  Pujol en el Callejón del Muro, donde fueron asesinados por las fuerzas represivas de la dictadura de Fulgencio Batista.

Con dolor y duelo popular, desde la casa de su novia América Domitro, en la Calle Clarín, partió el cortejo fúnebre que acompañó a pie el cadáver de Frank. La solidez de sus principios, sus hondas convicciones revolucionarias, sus conceptos de organización, autodisciplina y exigencia justa, siempre estarán presente en el pueblo cubano, que nunca lo olvida.