Un macuto de casi 400 páginas conforma la lista de artículos controlados por el Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Ese largo y aburrido compendio es el que determinará desde mañana lunes si un barco que ha tocado puerto cubano tiene o no que esperar 180 días, es decir seis meses, para atracar en una rada norteamericana. Por eso, el anunciado levantamiento a esa prohibición no es más que agua de borrajas, una medida tomada con más sentido propagandístico que político.

Pasa lo mismo con el permiso de importación, venta y distribución en Estados Unidos de productos farmacéuticos cubanos.Esos medicamentos, en buena medida nacidos del talento de nuestra industria biotecnológica, tienen por delante un largo y empedrado recorrido que va desde la aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos hasta encontrar un socio comercial.

Sin cambios sustanciales

Desde mañana entrará en vigor la eliminación del tope de 400 dólares, de ellos 100 en ron y tabaco, para la entrada a Estados Unidos de productos cubanos adquiridos por viajeros norteamericanos.

Sin embargo, nada de aprobar las importaciones comerciales desde Cuba y mucho menos si vienen de empresas estatales. Las restricciones financieras también continúan y hay que recordar que aún Cuba no ha podido utilizar el dólar en sus transacciones financieras externas, aunque esa prohibición fue levantada por Obama con gran alharaca, pero en la práctica el cuartico está igualito.

Por eso, y no es que uno sea un escéptico profesional, sino que la vida, y sobre todo la crueldad de un bloqueo de medio siglo, nos han demostrado que con Estados Unidos, las intenciones no bastan y se necesitan hechos.

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