Es evidente que las políticas neoliberales de Temer han conjurado a las élites que no quieren que las fuerzas progresistas retomen el poder.

A juzgar por los acontecimientos de los últimos tiempos en el panorama político de Brasil, se evidencia que el oscurantismo neoliberal no da tregua en ese país, que, como otros de América Latina, es blanco de una cruzada que pretende mediante cualquier medio contener las fuerzas de izquierda y reinstaurar una derecha a la vieja usanza.

Primero fue el rampante golpe parlamentario contra la presidenta constitucional Dilma Rousseff, quien fue apartada de sus funciones.

Desde entonces, el presidente de facto, Michel Temer, se ha lanzado a impulsar leyes retrógradas que revierten todo lo logrado por el Partido de los Trabajadores en más de 13 años de gestión.

Reformas laborales que dejan indefensa a la clase obrera, cambios en el sistema de jubilaciones, recorte de recursos a servicios básicos, son las cartas que ha jugado Temer. Movidas dirigidas a abrirle paso a los grandes grupos de poder y retornar a la barbarie.

Lula: la esperanza

Mientras el neoliberalismo intenta volver por sus fueros en Brasil, uno de los más populares líderes de la izquierda mundial, Lula da Silva, aparece en el primer lugar en la intención de voto para las elecciones presidenciales de 2018.

Pero la reacción conservadora no se hizo esperar y ahora Lula enfrenta una sentencia en primera instancia por un supuesto delito de corrupción que no ha sido probado.

También le fue negada la primera apelación de su defensa. no obstante, el carismático dirigente mantiene su voluntad de postularse para las presidenciales por el Partido de los Trabajadores, debido a que solo el veredicto de un tribunal de segunda instancia podría impedir su candidatura.

La condena refuerza el golpe contra Dilma y pretende a todas luces marginar a esa formación política, y a Lula, con amplias ventajas de volver a tomar el toro por los cuernos.

El aquelarre parlamentario

Esta semana, la Cámara de Diputados de Brasil decidió archivar una denuncia por corrupción, asociación ilícita y obstrucción a la justicia formulada por la Fiscalía General contra el ilegítimo presidente Michel Temer.

A pesar de que la mayoría de los brasileños, de acuerdo con encuestas, pedía que Temer fuera enjuiciado, el oficialismo en la Cámara impidió que la acusación fuese sometida a examen del Tribunal Supremo.

Con ese nuevo golpe parlamentario se cierra el paso a la destitución del mandatario y a la realización de elecciones directas.

Es evidente que las políticas neoliberales de Temer han conjurado a las élites que no quieren que las fuerzas progresistas retomen el poder. Con Dilma apartada de su cargo, Temer suelto, y aún sin vacunar, ahora mismo la figura clave, tanto para la izquierda como para la derecha, sigue siendo Lula, un caballo de mil batallas.

Fue un trabajo de Oliver Hung