La Habana, Cuba. Poco a poco y sin mucha bulla, la izquierda parece recuperar espacios políticos en Latinoamérica. Las primeras señales llegaron desde México, donde a fines de 2018 triunfó Andrés Manuel López Obrador, líder del Movimiento de Renovación Nacional.

Un calendario después llegaría la victoria en Argentina de Alberto Fernádez, quien puso fin a cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, quien dejó un país desangrado y dependiente económicamente.

Y en octubre último, regresó al poder en Bolivia el Movimiento Al Socialismo con Luís Arce, que trae estabilidad luego de doce convulsos meses tras el golpe contra Evo Morales que puso en el poder a Jeanine Áñez.

Ahora, en Ecuador, el 11 de abril, Andrés Arauz tendrá la oportunidad de hacer regresar al correismo al Palacio de Carondelet, sede del gobierno ecuatoriano.

Lo nuevo y lo viejo

El eje conservador latinoamericano, que integran Brasil, Colombia y Chile, sigue siendo un baluarte del neoliberalismo más crudo.

Sin embargo, el espacio que mantiene el Partido de los Trabajadores, y en particular la redención política de Lula Da Silva, abren una posibilidad en las elecciones del año próximo, en las que Fernando Jadad volverá a ser el portaestandarte de la izquierda brasileña.

La emergencia de nuevos líderes, respaldados por figuras históricas como el propio Lula, Evo, Correa o Cristina, permiten renovar el discurso de la izquierda regional, sin renunciar a la bandera de la justicia social.

Visto el panorama político actual y mirando un poco más allá, hay esperanzas ciertas de que el progresismo regrese con fuerza a Latinoamérica, donde la izquierda parece volver a reimpulsarse.